Apenas amaneció, supe, por la luminosidad que invadió mi cuarto, que el día iría más allá de una simple jornada de integración. Había muchas cosas por cumplir, así que hacer perecita, que es como suelo llamar a esos 10 o 15 minutos que utilizo para poderme levantar definitivamente de la cama, era algo que no podía hacer. La mañana brillaba con mucha fuerza pero la humedad amenazaba mi bienestar, sin embargo, decidí vestirme listo para el combate y portar la camiseta, porque como diría Edgar Perea “había que sudar el uniforme”.
Llegué al kiosko del parque Hedden a eso de las 9 de la mañana. Orladiz, nuestra presidenta ya se encontraba allí poniendo serpentinas y vistiendo las mesas del tricolor Caicedonita, que como albur maquiavélico, coincidía con la bandera de México. Que casualidad y que susto, porque preciso ese mismo día Jugaban la selección de México contra la de Argentina para disputar el paso a los cuartos de final de la copa del mundo que se está jugando en Sudáfrica. Ese juego, anunciado como la revancha azteca, tenía a todos los amantes del futbol expectantes. La mayoría apostaba a Argentina porque la calidad de jugadores que esta selección tiene los hace contar con dos equipos mundialistas igual de talentosos, con ellos no se sabe si los que mejor juegan son los que están sentados o los que están en el terreno de juego; en cambio México, que había clasificado al mundial por la gracia divina de la virgen de Guadalupe, solo contaba con la publicidad hecha por sus empresas patrocinadoras y el deseo de que las estrellas los iluminaran para tener las guevas y el temple de aguantar la ofensiva Argentina. Todos expectantes por el juego y la forma en que esto afectaría la asistencia al picnic nos hizo tomar varias decisiones, entre ellas, la de traer un televisor plasma y un computador portátil con conexión satelital para tratar de hacer los respectivos ajustes y así poder ofrecer la posibilidad de ver el juego.
El día anterior al picnic se habían reunido algunos miembros del comité para picar todo lo que había que picar para el famoso pollo a la carreta. Al día siguiente, el del picnic, otra porción de integrantes estaban cocinando y finalizando el plato típico de los caicedonitas. El pollo a la carreta es una deliciosa creación que combina las menudencias del pollo cocinadas con el arroz, pollo, yuca y papa; y aunque la combinación no es muy dietética que digamos es un pedacito de cielo que puede ser saboreado.
Mientras la decoración era terminada, yo hice el cerramiento del kiosko con una cinta amarilla de rayas negras. Luego, todos los integrantes de nuestra organización aparecieron. Cada quien con lo que tenía que hacer. Las tareas se habían asignado con anticipación y todo era solo cuestión dejar que las cosas fluyeran. La música sonó y el ambiente se empapó de alegría. Juancho se encargó del sonido, la venta de camisetas y la animación; las mujeres de servir la comida y atender a los asistentes; el tío Willy se encargó de la boletería; Julián de las relaciones publicas junto con Albeiro y Hernán; y yo, mmm, yo estuve de mandado en mandado, trayendo y poniendo, pero básicamente preparando la carrera de observación y el juego amistoso de fútbol entre las selecciones de Caicedonia y el resto del mundo.
Los niños jugaron a comerse unas manzanas que flotaban en una tina con agua sin usar las manos y a caminar de un lado a otro con una pelotica de golf sobre un tenedor que debía ser sostenido con la boca; los adultos jugaron a bailar y sentarse cuando la música paraba de sonar, a romper bombas de aire con el sentadero y a explorar los alrededores del parque mientras seguían algunas pistas. Lo del juego de futbol fue al final y se reservó para los rodillones, como los llamaría el viejo oso. Por cierto quedamos empatados gracias a la anulación de dos goles por parte del seleccionado Caicedonita. El marcador final fue 2 – 2. Sí, ya sé que no soy comentarista ni reportero deportivo, pero la recochita, que es como se llama a esos juegos amistosos, tuvo sus momentos álgidos donde todos estaban exteriorizando su fiebre de mundial. Como siempre hubo un lesionado, en esta ocasión, el honor se lo llevó el tío Willy, quien por acción defensiva de una integrante de la selección del resto del mundo, cayó en forma aparatosa, dislocándose un codo. La situación fue controlada a tiempo y mientras el balón era seguido incesantemente por 22 apasionados de la pecosa, en el lugar de los aguateros se encontraban Juancho y Willy danzando las dolorosas melodías del reacomode articular. Gracias a que Juan Osorio, integrante de CAUSA, realizó una maniobra de reubicación de la articulación del codo derecho, la lesión sufrida por nuestro Vice-presidente no paso a mayores. Un poco de hielo, algo de quietud y listo Calixto, a seguir chupando.
El otro cotejo, el mundialista, finalizó a favor de Argentina; pobres jugadores mexicanos que antes del partido cantaban una victoria que en el fondo sabían iba a ser una derrota. Eso es como saber que va a llover y sin embargo salir a la calle en pinta de piscina esperando a que el clima cambie como por arte de magia, pero bueno, si el deseo es mojarse, por qué no, cierto? Los premios fueron en su mayoría donaciones hechas por algunos colaboradores de CAUSA, entre los que debo mencionar a “Randolph School of Gymnastics”, “Rockaway Gymnastics”, el restaurante “Los Criollos”, y algunos de mis estudiantes de gimnasia que nos regalaron tarjetas pre-pagadas para ir a comprar cafecito y cosas así. Cuando el reloj marcó las 8 de la noche, empezamos a evacuar el área, pues según el contrato firmado con la administración de parques del condado de Morris, a esa misma hora, debíamos entregar el recinto tal y como lo habíamos encontrado.
Fui el último en irme de aquel lugar y mientras terminaba de recoger algunas basuras, y sacar algunos vasos del riachuelo que rodea el kiosko donde estábamos, respiré profundo y celebré una vez más la satisfacción de la labor realizada, y es que como he dicho antes “unidos jamás seremos discriminados, amenazados o tan siquiera mal mirados, porque somos lo que hacemos y mientras sigamos ayudando a quienes lo necesitan Dios nos seguirá guardando e iluminado”.
A todos los amigos de CAUSA que nos ayudaron con sus donaciones para la fundación Superar, a los que asistieron y participaron activamente de nuestras actividades, a los que fueron, comieron y se volvieron a ir porque otros compromisos los esperaban y a los que el destino los tenia fichados en otros lugares quiero decirles que Dios los Bendiga, que Dios los seguirá bendiciendo, porque solo él sabe lo que algunas veces nos cuesta quitarnos un pan de la boca para darlo a alguien con más necesidad. A esos guapos y guapas déjenme que les chante un beso en la trompa porque de verdad que se lo merecen.
Por
Mario Rodríguez.