Después de darme a la tarea de reflexionar sobre mis actos o algo así como filosofar mi existencia pude concluir que desde que retomé las clases, mi vida había cambiado. Sí, las clases en la universidad, ahora soy todo un ciber-pilo y navego las inmensidades de la red para aprender nuevas cosas. El asunto es que por sí solo ponerse uno a averiguar cosas no aguanta, siempre es bueno tener quien le esté guiando a uno, es como decir “Dios lo bendiga” sin uno creer en Dios. El caso es que desde que empecé mis clases, mi cerebro parece sobre fertilizado, y me gusta porque es como una erección permanente pero con la diferencia de que las ideas se pueden eyacular sin la pérdida del flujo sanguíneo entonces la cosa se pone como de nunca acabar y el placer se hace casi que de ataque.
Mientras cumplía con la revisión obligada de mi vida, desde que me acuerdo, descubrí algo que nunca antes había podido ver a pesar de que la situación siempre había estado allí. Tal vez la cosa es que como sabía menos de lo que sé ahora no tenía la atención o la mente preparada para semejante cosa, o bueno sí, si estaba preparada y tal vez si la había visto, lo que nunca había podido hacer era explicar de forma sencilla eso que de tanto de ver y no poder comprender en su totalidad para así mismo poder exponer, mi conciencia, impía y simple, se había resignado a ignorar y tratar aquel asunto como quien deja las preguntas sin respuestas o como quien lidia con los ladrones del barrio de lejitos y sin dejar que tomen mucha confianza, como para que respeten pero también para que en el caso de un “tropel” uno se pueda beneficiar de un aliado, o quien sabe otro enemigo más.
El asunto está ligado a la producción. Según los grandes economistas producción es el proceso a través del cual ciertos recursos, o materiales, o elementos son transformados en productos para el consumo, algo así como metamorfosis de las materias primas, solo que esto es solo posible a través de la mano de obra humana. Construir una casa es el resultado de usar materiales o productos previamente procesados para ser utilizados en éste particular “producto” que es la casa. Madera, ladrillos, cemento, concreto, varillas, pintura, etc. Todos productos que al ser combinados dan como resultado otro producto, de suerte tal que muchas casas construidas generan un conjunto residencial y éstos a su vez un barrio o un pueblo o una ciudad.
Y me enfrasco en este rollo porque esa fue la razón por la cual me senté a filosofar la vida, a hacerme esas preguntas y a buscar esas respuestas que de una u otra manera lo informan a uno del estado de cuenta de la vida. Cuántos saldos en rojo, cuántas inversiones hechas, cuántos fracasos alcanzados o cuántos millones hay en la caja de seguridad de un banco que nunca he visitado pero que según dicen le guarda a uno sus fortunas para que nunca nadie se las robe. Revisando, revisando me hice la pregunta que se vinculaba a mi más reciente adquisición intelectual, he sido productivo en la vida? Qué es eso que he producido que ha dejado a la humanidad atónita? Qué puedo producir? Será qué soy un productor polifacético? O mejor aún, es acaso qué con el tiempo uno produce diferentes cosas? Qué se requiere para poder decir que uno ha producido algo?
Qué si soy productivo me está preguntando? Qué si hay algo que yo haya hecho que pueda ser considerado un producto de mi total invención? Tal vez no. Sí lo vemos como producción física, no, no he producido nada. Pero a la vez creo que sí, que si he producido algo. Al menos fertilizantes biodegradables sí. Ahora me pongo a analizar que si pudiéramos comparar la cantidad de gas metano que produce el hombre con la que producen los cerdos en cada pedo o cagada, podríamos estar hablando de crear un gasoducto. Qué tal si desarrollamos una dieta basada en frijoles trasnochados, con bastante ají, algo de cebada fermentada, o maíz, o, o, o, pony malta, y ponemos a todos los desempleados en Colombia a seguirla y luego de un par de días, con mascaras de oxigeno por supuesto, les hacemos que se vistan con unos pantalones especiales de esos que no permiten la entrada o salida de aire o agua y éstos a su vez se conectan a un complejo sistema de mangueras; podríamos estar generando una fuente inagotable de energía o combustible, cierto? Bueno, el asunto es que creo que la calidad de pedos que he producido a lo largo de mi vida habría iluminado mi casa hasta el día de hoy.
Sí, ya sé que estoy siendo sarcástico y a lo mejor de mal gusto, pero de qué se trata esto?, de hablar o de escribir para dejar las ideas que fluyan eyaculativamente o de reprimir los pensamientos para procesarlos y de esa manera decir la mitad o menos de la mitad de lo que se me había ocurrido? Cuando se habla de industrialización se habla de producir más con los mismos materiales, es decir, aprovechar cada milímetro de los recursos que se adquieren.
Hubo una época en la que produje mucha risa. La gente se reía de mí. No sé si por los chistes o por la cara de payaso. Pero esa época fue alegre, al menos también me reía de mi mismo. Produje mucho dolor, creo que esa es una de mis especialidades. No importa la forma en que lo vea, creo que la cantidad de penas que causé es mayor que las risas que obtuve como producto de mis chistes o cara. Pero como dicen por ahí, no hay mal que por bien no venga. Dañando aprendí a cuidar, a proteger, a ayudar. Sin duda alguna lo mejor que he producido es en parte mi hijo, y digo en parte porque la mamá de Julián tuvo también que ver en éste producto final. Y aunque se parezca mucho mí y como dice el viejo Víctor tenga mi sangre, creo que en su mayoría él es de su mamá. Por eso lo amo, porque es parte mía y su existencia me ha traído un sinfín de bendiciones.
Y aquí es donde los hechos y las historias se parten en dos, en el antes y en el después. Sobre todo porque una cosa es ser hombre soltero o casado, gay o macho, perro o fiel, bonito o feo, alto o bajito, pobre o rico, pero otra cosa muy diferente es ser un hombre con hijos o sin hijos. Tal vez la bendición o responsabilidad, si lo quieren aceptar de esa manera, adquirida es algo que inmediatamente nos hace mejores y nos obliga a seguir mejorando. Y si bien uno puede seguir cometiendo miles de errores, la paternidad al igual que la maternidad, nos acercan a Dios. O dígame alguien si en el ejercicio de su paternidad o maternidad no se han quitado la comida de la boca para dársela sus hijos, o si alguien no ha sacrificado su tiempo libre para seguir trabajando y así proveer educación a sus hijos, o si alguien no ha derramado lágrimas por el hijo ausente o enfermo. Esos “sacrificios” que día a día o que de vez en cuando hacemos sin esperar nada en retribución más que el bienestar del ser amado son los que nos ponen un paso adelante. Y entonces ese amor y esos cuidados que son el producto de usar los recursos a mi alrededor también pueden entenderse como producción? Las plegarias cuentan?
Qué si soy productivo me estuvieron preguntando, qué si lo que hago cada día para vivir es producción o qué. Hacer nuevos amigos todos los días es bueno. Generar tranquilidad, confianza, decisión, templanza, persistencia, y todas las demás cualidades físicas y coordinativas que un ser en crecimiento necesita para enfrentarse al reto imparable de vivir es algo que me llena de satisfacción. Y no es que quiera filosofar la vida de una forma existencialista o tal vez negativa, pero si pienso que es importante que contemplemos el futuro como un desconocido del que solo hemos oído buenos comentarios, pero que en realidad no sabemos quién es. Por eso pienso que si los recursos a mí alrededor me permiten transformar un ser humano o al menos ayudar a su trasformación estoy siendo productivo. Y qué de todas las cosas que he dicho y que he escrito, de los datos que recogí cuando era estudiante y de las muchas cátedras que enseñé? qué de las cartas de amor que he dedicado y de los artículos que han florecido desde lo más profundo de mi corazón como forma de contar parte de mi vida? Tomar todas esas experiencias que la rutina nos brinda y plasmarlas, mal que bien, en una hoja son productos que se ciñen a los parámetros establecidos por la producción, según un tal Case.
Qué me dicen de los sueños? Es posible ponerlos en el plano de la producción? La verdad es que no me acuerdo mucho de los sueños que sueño, pero cuando lo hago me doy cuenta de que tengo sueños mágicos donde muchas realidades, improbables desde cualquier perspectiva, se unen para crear nuevas posibilidades o fantasías. De los sueños buenos y los malos, de esos que nos avisan de lo que nos podría pasar si no los interpretamos bien, premoniciones, como decía mi abuela. Qué de esos sueños al medio día y con los ojos abiertos que nos transportan a lugares distantes y momentos mejores donde recargamos baterías y volvemos a justificar la razones por la cuales estamos donde estamos. Algunas veces parecemos viviendo en una algebra Baldor, que como decía Pedrito, viene sin hojas de respuestas. Así que solamente el tiempo nos dirá si las soluciones planteadas a los diferentes problemas de la vida, fueron correctas o no; yo por mi lado creo que cada situación tiene varias diferentes soluciones que llegan a la misma conclusión, por eso no le creo ni mierda a nadie pero tampoco le niego la razón.
Yo sé que soy productivo porque uso los recursos a mí alrededor para generar otros bienes que me hacen rico y que a su vez hacen ricas a otras personas. O como puedo llamar a eso que siento cuando le hago el amor a mi mujer? Cómo defino esa calentura que transita mi sistema y me hace desearla cada vez más? Sí, arrechera, pero es mucho más que eso, porque cuando los dos nos estamos amando y digo amando porque no conozco otra palabra que ponga en contexto lo altruista de estas situaciones, vivo esa unión de pieles, deseos, ganas y lujurias como la mayor producción de energía, pasión y sobre todo tranquilidad para vivir, por eso somos felices, por eso soy feliz, por eso soy productivo y tal vez mucho más que cualquier millonario porque de eso si estoy seguro, que lo que mi mujer y yo sentimos cuando hacemos el amor es mucho más que una eyaculación o un orgasmo, es la fusión de dos cuerpos en uno, es el mismo paraíso prometido, ese que nuestros antepasados decidieron cambiar por una manzana.
Por eso digo sin temor a equivocarme que la felicidad, el amor y el sexo sin lágrimas son como el verano sin sol, el invierno sin frio, como la lluvia sin agua.
Por:
Mario Rodríguez.