Y entonces dejamos que el frio nos reposara y la memoria nos engañara, sin reprochar, sin discutir, sin argüir los acontecimientos como prueba de nuestra racionalidad o por lo menos de nuestras convicciones. Se nos detuvo el reloj en otro tiempo que sin espacio y medida solo cobijó vagas historias de amigos, compañeros o simplemente colegas de esta tan inmensa escuela del vivir, que sin precisamente ser un jardín infantil tampoco es la meca de la sabiduría.
Sunday, May 16, 2010
LA CANCION QUE MI HIJO ME DEDICO
Por
Mario Rodriguez.
Una noche, mientras mis ideas se desplazaban por el infinito de la bohemia, las nostalgias y la felicidad de estar con mi hijo, la madre toda ponderosa de la creación, me regaló uno de los instantes más importantes de toda mi vida, o por lo menos, unos de esos momentos que uno quiere que no termine jamás. Y en cierta forma, así es, esos momentos o instantes siempre se van a recordar con mayor intensidad de lo que realmente fueron y según como yo lo veo, eso solo es un sistema de compensación que se emplea para que esas memorias se mantengan intocables por las polvaredas del olvido o las caricias de la indiferencia; sin embargo, esa es otra forma de garantizarnos para el resto de la vida una razón para brindar, tal vez para llorar o quien sabe reír a carcajadas.
Esa noche de la que estoy hablando había empezado de una manera muy singular y por demás llena de buenas intenciones. Que frijoles para celebrar el día de las madres y vino de aperitivo, una combinación de hasta el día hoy ha resultado muy saludable, un poco ortodoxa, pero sobretodo saludable; los antioxidantes del vino mas la proteína de los frijoles, los cuales por supuesto estaban acompañados de los respectivos carbohidratos (arroz, arepa asada y maduro) y por el otro lado la proteína animal (chicharrón y chorizo asado) son, matemáticamente hablando, una combinación perfecta. No quisiera realmente hablar de los ingredientes utilizados en la preparación de los frijoles porque eso nos conllevaría a un sin número de posibles reacciones químicas y por ende potenciales actividades bio-reactivas anómalas para la salud pública que pondrían es cuestión mi propuesta culinaria. Pero como les dije anteriormente, el vino y sus antioxidantes fueron de gran ayuda.
Los comensales empezaron a llegar y el vino se empezó a consumir; una botella, dos botellas, un litro y medio que se fue en menos de cinco minutos. Luego otra botella de vino que resultó como consecuencia de un regalo hecho por los visitantes. Luego, la frijoleada y después otra de “wine”. En su orden consumimos una par de shiraz, una de pinot y otra de cabernet suvinong. Lo malo del asunto, es que de acuerdo con mis cálculos, más del 50% de aquel juguito de uvas me lo consumí sin querer queriendo. Cuando uno celebra y está seguro de que nada malo puede suceder se relaja y disfruta, al menos ese fue mi caso.
Todos los invitados quedaron completamente satisfechos. Que comida tan deliciosa fue el comentario general, y aunque la receta es un secreto de la familia y aunque no la apliqué en su totalidad porque muchos de los ingredientes no se encuentran acá, los benditos frijoles quedaron bien deliciosos. Como a eso de la una de la mañana la gente se puso de acuerdo y todos se despidieron con una sonrisa en la cara y una bomba atómica en la panza.
No sé si es maña mía o consecuencia de la situación, pero una vez entrado en materia de alcohol, parar de beber es algo que resulta bastante difícil, especialmente si la compañía del momento es agradable y además de eso al día siguiente no hay nada más que hacer más que esperar a que amanezca. Mi hijo no bebe y espero nunca lo haga, no porque sea del todo malo sino porque cuando uno asocia el trago y el bienestar de la manera en que yo aprendí a hacerlo, uno se vuelve bohemio, nostálgico, sensible y en muchas ocasiones vulnerable a las mareas de la falta de auto control. Esa parte de beber sin control porque se está pasando bueno fue una lección aprendida a la forma antigua, con sangre. Sin embargo, haber tenido el placer de compartir una velada como la de la otra noche, al lado de mi muñeco fue algo que no voy a poder describir en su precisa dimensión. Cuando Julián y yo compartimos normalmente nos reímos mucho, su sentido del humor es bastante agudo y espontáneo, así que es muy fácil encontrar buenas razones para carcajear sin parar.
Hace poco se cortó el cabello, ya eran casi año y medio sin recorte y sus churcos estaban largos y algo fuera de control. Cada mañana podía percibir su cansancio al tratar de darle una forma decente a su indomable melena que sin yo creerlo le estaba colmando la paciencia. Yo, por mi lado, también llevaba mi tiempito sin visitar al estilista. La diferencia es que mi cabello se está perdiendo en la inmensurable fosa de la caída mientras que a Julián se le refunden sus folículos pilosos en el afán del crecimiento y el desarrollo hormonal. Yo creo que Julián trae una fuerte carga genética de su abuelo materno, don José, quien a sus sesenta y tantos años de edad cuenta con una calidad capilar única. En fin, mi hijo se ha vuelto mi mejor amigo, pero más que eso ha llegado a ser un gran hombre. Él es muy comprensivo y llevadero; es obediente y juicioso, bueno por lo menos eso es lo que percibo y no me creo estar equivocando. Al principio, tengo que ser honesto, el proceso de adaptación me estaba calcinando la calma y la voluntad, pero más vale el amor y el dialogo, de suerte tal que hoy por hoy conversamos un poco más y nos decimos palabras de afecto con más frecuencia y menos timidez.
Yo quería seguir bebiendo. Ya no recuerdo con exactitud cuál fue el último domingo que no iba a trabajar. Julián también estaba contento por la misma razón y noté su deseo de pasar una buena amanecida junto a mí. Cuando uno es un adolescente el tiempo que pasa con los adultos es muy importante. Recuerdo mis amanecidas con mis tíos y tías al son indomable de la salsa, los boleros y las baladas de Nicola y Charles. Esos años fueron mágicos. Amanecer al lado del tío Hugo era un placer y todavía lo es, solo que estamos muy lejos para hacerlo y su salud no le permite más esas canitas al aire. Julián siempre ha compartido con nosotros esos espacios de diversión. Desde muy pequeño le dejamos saber que tenía que dormir con música o ruido y que la opción de llorar no estaba incluida en el manual de pataletas cuando de rumba en la casa se trataba. Cuando la familia se reunía, no había quien cuidara a los niños más que ellos mismos, por lo tanto las rumbas eran todo terreno, unisex y sin tiempo límite. El que se cansaba se dormía y el que se emborrachaba se dejaba a un lado. Cinco de la mañana y arranquemos con Camilo Sesto, Rocío Dúrcal, Juan y Ana Gabriel y luego el charrito negro, los Visconti, Julio Jaramillo y el caballero gaucho. Nueve de la mañana y tómese un caldo para que la amanecida no fuera tan cruel y la cara de vampiro se mimetizara con la de la gente normal. En una ocasión mientras estábamos jugando parques en la sala del apartamento donde vivíamos y cantábamos las rancheras del “chente” oímos un ruido en el cuarto adjunto, nuestro dormitorio. El ruido fue un golpe seco, limpio, como hecho por un profesional. Hicimos un silencio sepulcral a la espera del llanto del “juli” quien para esa época tenía algo menos de nueve meses de nacido. Mil uno, mil dos, mil tres y nada pasó. Nos reímos de tranquilidad y seguimos con el tiro de dados, las pata e’ perros, y las sopladas. Como a las cuatro de la mañana cuando el trago se acabó, decidimos dar por terminada la jornada de esparcimiento. Cuando Margoth, la mamá de Julián y yo entramos en el cuarto pegamos un grito que estaba cargado de pánico, susto, superstición e incredulidad. Julián no estaba en la cama. Cuando el juego de parques empezó pusimos al bebé en el lecho, en el centro del mismo con almohadas a su alrededor para que no se cayera por si decidía voltearse. Después de buscar un rato con mucho nerviosismo, me agaché a buscar debajo de la cama y que sorpresa me llevé cuando vi a don Julián roncando debajo de aquel camastro. Gracias a Dios no le pasó nada, pero esa fue la prueba irrefutable de que el viejo “juli” sería un guerrero de la noche.
El reloj marcaba las dos de la mañana del día en cuestión. Jugando con la computadora y buscando las canciones que queríamos escuchar, Julián me dijo: “has escuchado la canción de Victor Manuel, esa que se llama tiene mi sangre” le respondí negativamente porque la verdad nunca la había escuchado. Me dijo: “escúchala”. Tomo mi computadora portátil y oprimió la tecla “play”. Todos en aquella sala hicimos silencio. A medida que la canción sonaba mis sentimientos se empezaban a derretir y las lágrimas a querer salir. Aguanté la respiración lo más que pude, pero el pecho se sentía oprimido y la garganta congestionada. Cinco minutos y 39 segundos más tarde mi alma brillaba de felicidad y la alegría de ese momento se manifestó de la forma más difícil de reconocerle, llanto. Miré a juli y no quise sostenerle la mirada porque no quería verle llorar, sin embargo, quise abrazarlo y decirle que lo amo con todas las fuerzas de mi corazón.
La canción en su esencia cuenta la historia de un padre a quien por fuerzas ajenas a su voluntad le tocó vivir lejos de su hijo por muchos años, cuántos? No sé, pero me revivió esos cuatro años y medio que tuve que vivir lejos de mi “perrito”. Me perdí, como dice el tema, muchas cosas de su infancia y no estuve allí cuando él me necesitó, sin embargo, siempre lo recordé. Su espíritu y su esencia me mantuvieron vivo las muchas veces que mi travesía por las aguas de la legalización en otro país se tropezaba con el drama, el dolor y la mala suerte. En los momentos que me sentí vencido y me ví derrotado, su imagen portentosa se implantó en mi memoria para decirme con palabras dulces pero certeras, “no es tiempo para mirar atrás, ni mucho menos para rendirse, solo aquellos que resisten y persisten alcanzan sus metas, nadie dijo que iba a ser fácil, pero tampoco nadie dijo que sería imposible”.
Cuál es la diferencia entre cruzar una frontera con papeles y cruzarla a escondidas? Ninguna, especialmente si al otro lado del borde no cuentas con nadie para salir adelante. Nunca he hablado de esto, porque realmente es algo que puede ser mal interpretado, sobre todo por aquellos que tuvieron directa incidencia en lo que me tocó vivir, pero como dice el viejo proverbio “no hay golpe que más duela que aquel que no se espera”. Y es que cuando uno viene a ver la mala memoria nos hace dejar en el olvido hechos muy importantes. Al paso que vamos en unos cuantos siglos Hitler será reconocido como un patriarca alemán que lucho contra las injusticias de un pueblo desalmado que trató de apoderarse del mundo. Quién sabe, a lo mejor sí porque como vamos estos benditos judíos nos van controlar a su antojo. Pero bueno esa es harina de otro costal que ahora no quiero polemizar, lo importante del asunto es que maduré como hombre, como ser humano, como ente espiritual en procesos de evolución y aprendizaje; maduré a tal punto que me encontré respondiendo muchas preguntas y haciendo otras tantas a mi conciencia y mi corazón. Me sentí iluminado, como re descubriendo un mundo que siempre había estado allí, pero que desafortunadamente no podía ver.
La canción que me hijo me dedicó fue la prueba fehaciente de que él ha sufrido, que él ha estado pagando las consecuencias de mi pasado, de mis equívocas decisiones. Cómo suponer la consecuencias de cada decisión que uno toma en el futuro inmediato? Mejor aún, como suponer la consecuencias a largo plazo? Cada movida en el ajedrez hoy, define una juga en la vida mañana. De todo corazón espero estar tomando las decisiones correctas y más que eso estar sembrando en Julián las correctas semillas, esas que cuando deciden florecer dejan en el ambiente la satisfacción de un ser hermoso, pero además de ello, con frutos listos para consumir si se necesita y con ramas fuertes para uno soportarse si es la situación.
La canción que mi hijo me dedicó me dejo en el alma la tranquilidad de tener como heredero a un hombre lleno de buenos sentimientos, con fina atención a los detalles, esos pequeños instantes en la vida de cada quien que festejan nuestra naturaleza social pero en especial nuestra esencia emocional, esa parte de nuestra biología que nos distingue entre las demás especies. Te amo hijo, gracias por celebrar la vida conmigo como tu padre y como tu amigo.
HOMENAJE A LA PLANCHA.
Por
Mario Rodriguez
La balada romántica es un género musical latinoamericano sin atribución a ningún país en especial aparecido la década del sesenta. La balada romántica se define como una canción de amor de tempo lento, interpretada por un cantante, solista generalmente, acompañado de una orquesta. La balada y el bolero suelen confundirse y registrarse en una u otra categoría sin demasiadas precisiones. La distinción entre una y otra esta fundamentalmente referida a una mayor sofisticación y un lenguaje más metafórico y sutil del bolero frente a una expresividad más directa.
Chico Navarro se refiere a este respecto de la siguiente manera: “el bolero rendía culto a un discurso amoroso remanado. Yo quise sacarlo de ahí y busqué evitar exageraciones”. La balada puede pues ser concebida en su forma más amplia como una forma muy latinoamericana de expresar la sensibilidad común ante los sentimientos y situaciones del diario vivir con un lenguaje simple y al alcance popular.
La balada romántica encuentra su origen en el bolero latinoamericano de los años 50’s, donde interpretes como “Lucho Gatica” y “Leo Marini” junto con la canción romántica italiana y francesa, la cual incluye entre sus mayores exponentes a “Nichola Di Bari” y “Charles Aznavour” respectivamente, influencian la creación de éste nuevo género musical en Latinoamérica. En 1961 se registra la primera balada romántica, la cual es interpretada por el señor Mario Álvarez y cuyo nombre es “sonata de amor”. En 1965, Armando Manzanero da a conocer su primera balada, “pobres besos míos”.
La década del 60 fue una época donde la balada se fortaleció desde el punto de vista género, para que ya en los 70’s alcanzara su esplendor con artistas de muchas partes de Europa, sur y centro América y Estados Unidos. De España podemos citar a Raphael, Camilo Sesto, Manolo Otero, Miguel Gallardo, José Vélez, Dyango, Nino Bravo, Julio Iglesias, los Amaya, Juan Erasmo Mochi, Berti Osborne, Roció Durcal, Roció Jurado, Lolita y Lola Beltrán entre muchos otros que escucharemos luego. De Francia encontramos artistas tales como Joe Dassin, Charles Asnavour, Franco Simone y Demis Rousos entre los más destacados. De Italia tenemos figuras como Nichola Di Bari, Gigliola Cinceti, Sandro Giacobbe y Domenico Modugno para nombrar solo unos cuantos. Y como olvidarnos de Inglaterra con el famosísimo Albert Hammond.
En Latinoamérica encontramos un sinfín de grandes artistas, Leonardo Favio, Amanda Miguel, Diego Verdaguer, Sandro, El grupo pimpinela, Roberto Carlos, Rudy Márquez, Rudy la Escala, Ricardo Montaner, Franco De Vita, Myriam Hernández, Tranzas, Juan Fernando Velasco, Gianmarco Zignago, Adriana Mezzadri, Tania Libertad, Luis Enrique, Shery, Ricardo Arjona, Ángela Carrasco, Sonia Silvestre, Chayanne, Ana Gabriel, Juan Gabriel, Luis Fonsi, Gervasio, Natalia Oreiro, Fausto, Oscar Golden, Claudia de Colombia, Jerónimo, Carmenza Duque, Billy Pontoni, Basilio, Armando Manzanero, Crystal, Danny Rivera, José Feliciano, Cesar Acosta, Lupita Dalecio, José José.
Ya para finales de la década de los 90, estas melodías se habían convertido en clásicos del ayer, las emisoras radiales, en este caso colombianas, se habían especializado por épocas dejando así pues “corazón am, amor estéreo” por citar solo dos, estaciones donde se podía escuchar toda ésta música. La expresión “música de planchar” apareció a finales de los 90’s y se fortaleció en su contexto en el siglo XXI, ya que la invasión musical, los tratados de libre comercio y la globalización pero sobre todo el internet abrieron las puertas a un sinfín de posibilidades musicales más actuales, relegando así todas esas hermosas melodías a un quehacer más específico, planchar, hacer oficio o ponerse a arreglar las casa. Esa era la tradición de nuestras madres, poner toda esta música y al ritmo de “queriiiiiidaaaaaaaa, dime cuando tu, dime cuando tu, dime cuando tu vas a volveeeeeeeeeer” y “oyendo esa música vieja recuerdo el pasado” se pasaba el tiempo.
Recuerdo que en 1997 o 1998, en una radio emisora en Bogotá, Radioactiva, muy popular entre la comunidad adolescente de esa época, o sea nosotros, se pasaba formalmente, una franja llamada la hora de la plancha, donde se podía escuchar a todos los artistas mencionados anteriormente. La aceptación fue total, solo una horita diaria de cinco a seis o de seis a siete, no me acuerdo, pero fue un boom. Todo el mundo lo disfrutaba porque fue una forma de conectar el pasado de los “cuchos” con el presente, la juventud. Al principio muchos se reían, uuuyyyy que boleta, pero después las letras y las melodías empezaron a tocar corazones. Algo así como que pasamos del escarnio Publio y el voyerismo a la autoconciencia y el disfrute personal de aquellas baladas.
Recuerdo muy bien y creo que todavía existe en Bogotá y en algunas ciudades del país, establecimientos dedicados a poner música de este género y para el asombro de muchos, son bastantes los jóvenes que se sientan a beber al ritmo de Leo Dan, Juan Gabriel, Mocedades, José Luis Perales y Miguel Bose.
Bibliografía
http://es.wikipedia.org/wiki/Balada_rom%C3%A1ntica, 2010.
Mario Rodriguez
La balada romántica es un género musical latinoamericano sin atribución a ningún país en especial aparecido la década del sesenta. La balada romántica se define como una canción de amor de tempo lento, interpretada por un cantante, solista generalmente, acompañado de una orquesta. La balada y el bolero suelen confundirse y registrarse en una u otra categoría sin demasiadas precisiones. La distinción entre una y otra esta fundamentalmente referida a una mayor sofisticación y un lenguaje más metafórico y sutil del bolero frente a una expresividad más directa.
Chico Navarro se refiere a este respecto de la siguiente manera: “el bolero rendía culto a un discurso amoroso remanado. Yo quise sacarlo de ahí y busqué evitar exageraciones”. La balada puede pues ser concebida en su forma más amplia como una forma muy latinoamericana de expresar la sensibilidad común ante los sentimientos y situaciones del diario vivir con un lenguaje simple y al alcance popular.
La balada romántica encuentra su origen en el bolero latinoamericano de los años 50’s, donde interpretes como “Lucho Gatica” y “Leo Marini” junto con la canción romántica italiana y francesa, la cual incluye entre sus mayores exponentes a “Nichola Di Bari” y “Charles Aznavour” respectivamente, influencian la creación de éste nuevo género musical en Latinoamérica. En 1961 se registra la primera balada romántica, la cual es interpretada por el señor Mario Álvarez y cuyo nombre es “sonata de amor”. En 1965, Armando Manzanero da a conocer su primera balada, “pobres besos míos”.
La década del 60 fue una época donde la balada se fortaleció desde el punto de vista género, para que ya en los 70’s alcanzara su esplendor con artistas de muchas partes de Europa, sur y centro América y Estados Unidos. De España podemos citar a Raphael, Camilo Sesto, Manolo Otero, Miguel Gallardo, José Vélez, Dyango, Nino Bravo, Julio Iglesias, los Amaya, Juan Erasmo Mochi, Berti Osborne, Roció Durcal, Roció Jurado, Lolita y Lola Beltrán entre muchos otros que escucharemos luego. De Francia encontramos artistas tales como Joe Dassin, Charles Asnavour, Franco Simone y Demis Rousos entre los más destacados. De Italia tenemos figuras como Nichola Di Bari, Gigliola Cinceti, Sandro Giacobbe y Domenico Modugno para nombrar solo unos cuantos. Y como olvidarnos de Inglaterra con el famosísimo Albert Hammond.
En Latinoamérica encontramos un sinfín de grandes artistas, Leonardo Favio, Amanda Miguel, Diego Verdaguer, Sandro, El grupo pimpinela, Roberto Carlos, Rudy Márquez, Rudy la Escala, Ricardo Montaner, Franco De Vita, Myriam Hernández, Tranzas, Juan Fernando Velasco, Gianmarco Zignago, Adriana Mezzadri, Tania Libertad, Luis Enrique, Shery, Ricardo Arjona, Ángela Carrasco, Sonia Silvestre, Chayanne, Ana Gabriel, Juan Gabriel, Luis Fonsi, Gervasio, Natalia Oreiro, Fausto, Oscar Golden, Claudia de Colombia, Jerónimo, Carmenza Duque, Billy Pontoni, Basilio, Armando Manzanero, Crystal, Danny Rivera, José Feliciano, Cesar Acosta, Lupita Dalecio, José José.
Ya para finales de la década de los 90, estas melodías se habían convertido en clásicos del ayer, las emisoras radiales, en este caso colombianas, se habían especializado por épocas dejando así pues “corazón am, amor estéreo” por citar solo dos, estaciones donde se podía escuchar toda ésta música. La expresión “música de planchar” apareció a finales de los 90’s y se fortaleció en su contexto en el siglo XXI, ya que la invasión musical, los tratados de libre comercio y la globalización pero sobre todo el internet abrieron las puertas a un sinfín de posibilidades musicales más actuales, relegando así todas esas hermosas melodías a un quehacer más específico, planchar, hacer oficio o ponerse a arreglar las casa. Esa era la tradición de nuestras madres, poner toda esta música y al ritmo de “queriiiiiidaaaaaaaa, dime cuando tu, dime cuando tu, dime cuando tu vas a volveeeeeeeeeer” y “oyendo esa música vieja recuerdo el pasado” se pasaba el tiempo.
Recuerdo que en 1997 o 1998, en una radio emisora en Bogotá, Radioactiva, muy popular entre la comunidad adolescente de esa época, o sea nosotros, se pasaba formalmente, una franja llamada la hora de la plancha, donde se podía escuchar a todos los artistas mencionados anteriormente. La aceptación fue total, solo una horita diaria de cinco a seis o de seis a siete, no me acuerdo, pero fue un boom. Todo el mundo lo disfrutaba porque fue una forma de conectar el pasado de los “cuchos” con el presente, la juventud. Al principio muchos se reían, uuuyyyy que boleta, pero después las letras y las melodías empezaron a tocar corazones. Algo así como que pasamos del escarnio Publio y el voyerismo a la autoconciencia y el disfrute personal de aquellas baladas.
Recuerdo muy bien y creo que todavía existe en Bogotá y en algunas ciudades del país, establecimientos dedicados a poner música de este género y para el asombro de muchos, son bastantes los jóvenes que se sientan a beber al ritmo de Leo Dan, Juan Gabriel, Mocedades, José Luis Perales y Miguel Bose.
Bibliografía
http://es.wikipedia.org/wiki/Balada_rom%C3%A1ntica, 2010.
Monday, May 10, 2010
CAUSA - Rumba de Primavera "reporte final"
Rumba de Primavera
Siempre se ha dicho que lo que se planea nunca resulta como se espera, que esas cosas que surgen asi como así, de la espontaneidad de sus creadores, son en la mayoría de los casos mucho mejores y a su vez más inolvidables; sin embargo, tengo que decir que no siempre las cosas son de tal manera. Que sería entonces de esos reinados y esas exuberantes ceremonias donde se emplea más de un año para poder hacerlas realidad. Será que si en vez de hacer todas las eliminatorias para el mundial de fútbol y luego el sorteo de los grupos se planteara un piedra, papel, tijera como eliminación y luego un pico y pala para determinar quién juega con quién, el mundial fuera más bacano de lo que ya es? Tal vez, pero eso es algo que nunca vamos a poder saber, o por lo menos no por ahora, a menos que organicemos un parche, bien desparchado, que tenga por los menos unos sesenta integrantes para que luego se organicen en grupos de a seis, como mínimo, y luego se pongan los nombres de cada país, sin que nadie quiera ser Argentina o Alemania o mejor aun Brasil, o Italia, y luego empiecen todo el rollo de piedra papel tijera sin discutir, y que el pico y pala se haga sin rabonear ni mucho menos alegar porque como a nadie le importa jugar de primero o de ultimo, cierto?. Como quiera que sea el solo hecho de organizar tal recocha es algo que requiere planeación; de hecho una rumba, por espontanea que sea, requiere al menos de unas cuantas llamadas, algo de iniciativa y al menos un lugar donde reunir a la gente.
El pasado 24 de abril, se llevó a cabo una de las mejores rumbas a las que yo haya asistido durante el último año, y lo digo no porque CAUSA fuera el organizador sino por el ambiente y lo sabroso de la gente con la que se compartió aquel espacio. Todo empezó como tres meses atrás, cuando las mujeres de CAUSA decidieron realizar una actividad que permitiera recaudar fondos para el programa SONRISAS en Caicedonia. Los que no saben que es el programa SONRISAS, pueden obtener mayor información en Facebook, programa SONRISAS; sin embargo, les voy a decir brevemente en qué consiste.
Este es un programa que pretende cubrir un total de 300 niños pobres en Caicedonia, Valle, Colombia, con revisión odontológica completa lo que incluye limpieza oral, calzas y conferencia educativa sobre la correcta forma de mantener una buena higiene bucal. Ok, como les venía contando, las mujeres de CAUSA decidieron poner su granote de arena y organizaron la rumba de primavera. Como es de costumbre se hizo un plan logístico general que determinó el lugar y la fecha del evento. Una vez ésto estuvo definido, se inició el plan de promoción de la actividad. Así que se hizo lo que se debía hacer, que el anuncio en Facebook, y tele marketing, ya saben llamar a los amigos e invitarlos a participar y conversar con la gente para recordarles lo de la rumbita. Esta clase de eventos son un boleto de lotería, algunas veces se gana y otras se pierde, sobretodo porque se cuenta con la buena voluntad de la gente, es decir, que no hay garantía de que todos asistan, porque así como un día dicen “sí, claro cuente conmigo” al otro día sucede algo que les imposibilita cumplir su palabra. Y es que con este ritmo de vida tan agitado, todos tenemos compromisos que normalmente no podemos memorizar o simplemente recordar y muchas veces nos comprometemos, sin quererlo hacer, a estar en dos partes a la misma vez.
El 24 de marzo llegó y pues como suele suceder, a pesar de toda la planeación hecha, faltaron algunos elementos que tuvieron que ser sorteados a última hora y durante la marcha. Que no hay suficiente hielo, que la soda se va acabar, que son las diez y la gente no llega. En fin, toda una serie de situaciones que en ultimas nos ponen la sangre a circular y la adrenalina a trabajar para recordarnos que “no estamos dormidos, solo distraídos” (Facundo Cabral 2000). Mi versión de lo que pasó aquella noche, como siempre, solo será mi punto de vista y diferirá de la mayoría de los que estuvieron allí conmigo, o a lo mejor, coincidirá con todos, pero eso lo vamos a dejar solamente para los valientes que se atrevan a leer este artículo completo. Y todo empezó así:
“termine de trabajar a eso de las siete de la noche. El día se había tornado largo y duro porque el clima, como siempre, me estaba recordando la tierrita y lo lejos que estaba de ella. El calor estaba un poco arriba y la humedad relativa como siempre al noventa y tanto por ciento de concentración, o sea, que estaba respirando prácticamente agua. Fueron seis fiestas infantiles que tuve que liderar aquella tarde. Los niños de edades entre los cuatro y los ocho anos, toman, pero además exigen de uno, el 100%. Que saludarlos, que explicarles y que mostrarles cómo, por dónde y cuándo hacer las diferentes actividades de la fiesta. Lo bueno del caso es que una vez uno entra en calor y se pone en los el lugar de los niños la fiesta resulta ser un espacio para crear más amigos, bueno amiguitos, que cuando uno menos lo espera resultan saludándolo en la calle o el centro comercial. Como sea, el sábado es el día de la semana que más horas trabajo porque empiezo a eso de las 8:30 am y termino siempre alrededor de las seis o siete de la noche. Una vez terminada la jornada en el gimnasio, fui a donde Luisa para dejar unas cuantas sillas y luego irme a la casa a descansar un ratico, tomar una ducha y ponerme “atrativo” para la rumba. Pero el destino me tenía asegurado un día de 22 horas.
El espacio estaba listo para la rumba, las sillas fueron debidamente acomodadas y el bar, que era mi lugar de trabajo, estaba casi desnudo y sin maquillaje. Ya que mi labor era esa, el bar, decidí organizar todo para que mi noche fuera lo más productiva posible sin tanto estrés.
Moví la cerveza del lugar donde estaba y la puse donde creí que sería más funcional para mí. Coloqué el licor fuerte debajo del mostrador para así disponer de él de una manera más práctica y donde no fuera un obstáculo para nadie. El hielo y las sodas estaban en el refrigerador y el refrigerador estaba como a cinco o seis metros de mi centro de comando. Con semejante inconveniente decidí que una ponchera con hielo y agua serían un refrigerador bien práctico. Debido a que el agua es un excelente conductor de la temperatura, en este caso, las bajas temperaturas, todos los cuerpos sumergidos en agua bajo esas condiciones adquieren la temperatura del ambiente circundante. Esta es una manera muy simple de conservar la cervecita, el agua en botella y las soditas en un estado bebible y refrescante, porque es que eso de tomarse una cerveza al clima, a menos de que uno este en el Sumapáz, es muy duro. Aprendí este método hace como dos o tres años atrás cuando, durante la celebración del pic nic de verano de CAUSA, Canan, un integrante de nuestra organización, me recomendó hacer lo que mencioné antes. Su concejo me salvó de desperdiciar como cinco bolsas de hielo.
Una vez terminé de organizar mi refrigerador portátil y después de haber ubicado cada implemento en el lugar que lo consideré prudente, me acordé que no tenía lista la lista de precios de los productos que se estaban ofreciendo. Tomé un marcador negro, de esos permanentes, y en un trozo de cartón de una de las cajas que habíamos utilizado para transportar el licor. Escribí con la mejor caligrafía de la que fui capaz los costos para embriagarse y a la vez ayudar al prójimo. La cerveza a 3, el agua a 1, la picada a 5 y el trago fuerte a un poco más de 10.
Ya, cuando todo estaba supuesto a estar listo y en forma para abrir el negocio, caí en la cuenta de que no tenía cambio. Algunos de nuestros primeros colaboradores, que fueron bastante tímidos en su inicio, quisieron pagar una soda con un billete de 20. Vaya lio, sin embargo, ese fue un signo; ese fue el presagio de que la noche sería algo mágica y en vez de asustarme, el corazón se me alebrestó, como queriéndome decir que todo se iba a poner un poco más sabroso.
Antes de que abriera el negocio y mucho antes de que hiciera la lista de precios y despuesito de haber salido de trabajar, ví a tres mujeres vestidas de blanco. Sus figuras que las delataban como seres de otras dimensiones, se movían en una laboriosa intensidad alrededor de un fogón improvisado a las fueras de la casa de Luisa. Las tres tenían delantales; pude suponer que no querían que las ropas se mancharan o ensuciaran. Cuando me acerque un poco y empecé a saludar, vi a Orladiz a Stella y a Miryam García, algunas de las mujeres de CAUSA, quienes estaban fritando yuca, cocinando papas y friendo carnes para la famosa picada. Y es que estas jornadas de integración y recaudo de fondos para ayudar a los menos favorecidos siempre requieren un trabajo extra que nunca se ve y mucho menos se menciona, de mucho tiempo y bastantes ganas, sobretodo ganas porque de lo contrario no creo que hubiéramos amanecido vendiendo cerveza y mucho menos en medio del semejante aguacero que cayó esa noche. Pero no importa, así es que las cosas saben rico, cuando hay que lucharlas.
Ya entrados en “business” el sitio se empezó a llenar, pero todavía me acuerdo de Orladiz y sus mirada cuando me preguntó “será que la gente si va a venir? Porque ya son las díez y nada que llegan” me sonreí, como siempre hago y le dije que no se preocupara, que la publicidad del evento decía “hasta las seis de la mañana”. Fue haber tenido esa conversación y de un momento a otro la gente empezó a llegar graneada. Un pareja de amigos de Orladiz, luego unos familiares de Stella y luego todo el mundo. Todo el mundo es todo el todo el mundo. El recinto se llenó de un momento a otro y la música pasó de ser una simple melodía en un recinto vacio a la rumba más tenáz. Todos saltando, gritando bailando y pasando un rato muy agradable. Como diríamos en términos más joviales “se nos llenó el chuzo”.
Todas las sillas ocupadas, todas las mesas llenas y como a eso de las 11:30 a buscar más sillas. Juancho que había llegado a eso de las 10:30 o tal vez 11:00 pm, salió con Sabas en busca de más asientos porque los comensales estaban de pie y como se proyectaba la jornada íbamos a estar recibiendo más gente. Mientras unos bailaban, otros servíamos cerveza y otros fritaban chicharrones, otros estaban dándose una suculenta ducha de agua de cielo a la media noche. Si señores esos fueron el viejo Juancho y sabitas quien tenía un resfriado violento, pero como él mismo dice “al no haber más, con mi esposa me acuesto”. Les tengo que confesar que esas sillas adicionales en su momento fueron de gran ayuda, pero unas cuantas horas más tarde se convirtieron en minas tumba latas. Ya todos entraditos en copas y con la efervescencia de la música empezaron a perder el tacto, así que el equilibrio se hizo menos estable, la coordinación más torpe y los movimientos más brusco; resultado final: sillas para aquí, sillas para allá, que déjeme pongo el trago aquí, que espere que deje el trago allá, que se me cayo la cerveza, que se me rego el coctel. En fin, gracias a Dios teníamos suficiente papel toalla y esos apuros solo fueron cuestión de un momentico y sin más que decir al respecto la rumba siguió.
En su punto más álgido, la rumba abrió un derroche de amistad sin igual. Así fue como Orladiz, y Canan, si no estoy mal, se fueron de mesa en mesa solicitando donaciones. Las manos se veían con ávida intención de ayudar y las donaciones fueron en la alcancía de nuestra CAUSA sin preguntas a preguntar. “que verraquera” me decían los asistentes que no creían lo bueno que todo estaba pasando. “Que con mucho gusto nos volvían a ayudar, que no los dejáramos de invitar”. Y es que al son de ayudar y pasarla bien todos salen ganando.
La música excelente, Jaimito, como lo llamamos en el ámbito popular, hizo alarde de un repertorio bastante amplio y variado de los diferentes ritmos de nuestra crianza musical dejando complacido a todo el público asistente. Así, cuando la noche parecía caer en las garras del despecho y la modorra, surgía la furia africana y su herencia salsera en tandas de timbal y clave que alborotaban a los presentes para bailar sin parar. Luego que un vallenato, que una ranchera, que la salsa otra vez y una de Johnny de Rivera. Variadito y alternado se nos pasó la noche sin notarlo.
“que ya me voy” dijo Jaimito, algo fatigado. “pero te dejo mi equipo para puedas poner música”. El lugar de trabajo del viejo “Jimmy” se encontraba al extremo diagonal opuesto al mío, y la verdad asumir esa responsabilidad no fue de mi interés, ya que mis preferencias musicales tan solo alcanzan a un poquito de salsa, algo de latín jazz, alguito de baladas pero bien poco de vallenatos. Miré el reloj y a eso de las 4:30 de la madrugada del 25 de abril, me acerqué a Luisa y le pregunté si quería seguir poniendo música. Su respuesta seca y firme fue: “no, ésto se acabó”. A éste punto del encuentro muchos invitados que habían cumplido su promesa de asistir se habían marchado. Los que quedaban estaban pasaditos de tragos y se veían con ganas de salir a descansar. Por eso fue que me retiré a mi esquina del sabor y dejé que señora de casa tomara el control.
No más música, y gracias a todos por participar fueron las palabras que despidieron la rumba primaveral, aunque varios invitados nos acompañaron hasta la hora de apagar con varios tequilitas y cervezas por demás, que además de estar frías y frescas parecían no acabar. Terminé con mi labor. Cerré caja, entregué los dineros adquiridos en la barra y los sobrantes del licor comprado.
Así, mientras se organizaba un poco el orden de la sillas y se recogían las botellas vacías de los rincones de aquel lugar, el reloj nos abrazó con su sexta campanada, un cielo nublado, muchas gotas de agua fría y una enorme felicidad. Y es que no hay nada mejor que la satisfacción de haber dado lo mejor y de haber hecho las cosas con ganas y bien; esas, mis queridos amigos, son las recompensas que nunca van a ser olvidadas y las pequeñas cosas que hacen nuestras vidas más sanas.
A todos y cada uno de los asistentes, mil y mil gracias por su colaboración, sin ustedes es difícil cumplir con nuestra labor. Dios los siga bendiciendo y abundando para que nos sigan ayudando, y ya me despido porque si lo sigo rimando me sigo inspirando. A mi alegría una vez más gracias por la inspiración brindada.
Por:
Mario A. Rodríguez
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