Friday, March 19, 2010

No supe a ciencia cierta cuantos fueron.

No se supe a ciencia cierta cuantos fueron, solo se logro concluir que la participación había sido total. “Todos aparecieron de un momento a otro” dijo sabitas, quien había arribado al lugar de encuentro mucho tiempo antes de la hora acordada. Las mujeres se encargaron de la decoración y los hombres del trago y los cartones, mejor digamos tableros, del juego de BINGO. Todos tenían tareas asignadas, sin embargo, hacía falta una mano más que apoyara aquella CAUSA. Así fue que después de haber culminado aquellas doce horas de arduo trabajo con niños, y sobre todo después de haber ingestado algo de proteína, colesterol y carbohidratos, me vestí de jeans, botas de invierno, camiseta doble y mucho entusiasmo para disponerme a la CAUSA. Abandone mi casa, con algo de frio y en especial escepticismo por la participación de nuestra comunidad. Camine hasta mi carro y mientras lo hacía, pensaba en la posibilidad de encontrar la casa de Canan repleta de gente. No me había equivocado; muchas personas que nunca había visto y otras tantas que pertenecen a mi pie de fuerza se encontraban allí riendo a carcajadas y haciendo bromas. Sus manos sostenían unos pequeños tableros los cuales cuentan con una selección diferente y aleatoria de números entre el uno y el 75 distribuidos de abajo de las letras de la palabra BINGO, los cuales fueron distribuidos y colectados por el tío “willy” el viejo “Juli”.

Salude como de costumbre, sin mirar a quien. A quienes conocía un abrazo y en algunos casos un beso; a quienes no un “buenas noches”, “como están” y en ciertas situaciones un estrechón de manos. Empecé a disfrutar la panorámica de aquella reunión. Algunos reían y disfrutaban de las bebidas mientras otros lo hacían de la comida ofrecida. La comida estuvo constituida básicamente y en su totalidad, por unas deliciosas empanadas que “Stellita”, como solemos llamarla, tuvo la bondad de preparar con la ayuda de sus hijas y amigas. Adriana y Myriam, se encargaron de sofreírlas y dejarlas listas para ser ofertadas a los asistentes del bingo. La cocina de Marcela, estaba atestada de gente y por supuesto de olor a familia. Me acorde en ese instante de las tardes en que la abuela Carmela acostumbraba a prepararnos arepuelas, una especie de arepa con forma amorfa pero de increíble sabor que a mí, a mis primas y primos y tíos en general fascinaba. Cada vez que la abuela preparaba sus arepuelas solíamos reunirnos en torno a su tan única y particular forma de hacernos felices, comiendo.

A mi ingreso en la casa se jugaba el tercer bingo de la noche, todas las personas estaban concentradas en sus números, y mientras yo pasaba por encima de ellos y les incomodaba un poco, se escucho el grito ganador, “BINGOOO”. Luego sin más apremio otro grito, “BINGOOO”. Los ganadores tuvieron que pasar donde Mario, más conocido en el bajo mundo como “pateto”, quien se encargo de amenizar y dirigir los siete bingos que se jugaron y quien a su vez fue asistido por Mario, "el rolo". "Uyy chino" dijo "pateto", con su particular humor. Una vez constatada la veracidad de los tableros, se les entrego los premios a los dos ganadores que por razones obvias tuvieron que ser divididos equitativamente.

Don Henry, quien ya contaba con algunas botellas de whisky en su sistema sanguíneo se encargo de la música y se dio a conocer en el ámbito discotequero como el DJ “G”. Su repertorio de salsa, vallenatos y demás ritmos musicales propios de nuestra herencia latina amenizaron los intermedios, donde por supuesto nos dispusimos a compartir, a recordar y a carcajear. “Empanadas frescas” se escucho decir; claro, era Yo quien las ofrecía, pero ya todos estaban hasta la saciedad de aquella delicia culinaria. “A dólar, a dólar, miren que se acaban” tuve que prorrumpir, y de inmediato las manos empezaron a asomarse como en busca de un tesoro escondido.” Todo se vendió” dijo Orladiz quien estuvo al frente del evento junto con los otros organizadores. Fue un tremendo rato el que pasamos y una excelente colecta de fondos.

La jornada redondeo las seis horas de duración y después de haber disfrutado de la presencia de personas de casi todas las regiones de Colombia y algunos amigos de otras nacionalidades, nos dispusimos a limpiar y organizar al mismo tiempo que la canela en agua hervía para que el aroma a aceite usado y comida frita se desvaneciera. Cansado pero con la felicidad de haber cumplido la labor impuesta, me dispuse a salir, aunque la noche en aquel instante se dibujaba larga y divertida para la mayoría.

Ya, cuando estaba de camino a casa, y el olor a comida y aceite quemado emanaba de mi ropa, comprendí que la unión hace la fuerza, y que nosotros, mis queridos amigos, somos capaces de producir mucha fuerza y por la tanto mucha unidad. El significado de sudar la camiseta va mas allá de un simple juego de futbol, es meterle ganas a lo que se hace y sobre todo a no perder la fe, a nunca dejar que nuestros sueños se desvanezcan en la incertidumbre de un después o tal vez mañana. Hoy somos y hoy hacemos, mañana…. mañana es un abismo muy grande que no sabemos si podremos sortear.





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